jueves, 8 de marzo de 2012

Evangelio del Domingo 11 de Marzo

Seguimos caminando por la Cuaresma hacia la Pascua. Y Jesús nos habla de lo que le va a pasar, pero también nos habla de su rechazo hacia los que se acercan a Dios (o la Iglesia) con otros intereses que no son los de adorar con humildad, haciéndose pequeño ante Dios, sino con intereses personales como ambición (de dinero, poder o reconocimiento), egoísmo (busco mi comodidad, mi propio bien) o cualquier otro.
No caigamos en la tentación de no vernos reflejados en esta lectura pensando que los mercaderes son otros,  porque seguro que en muchas ocasiones hemos antepuesto nuestros propios intereses a los de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-25):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.


Y Fano nos dice y muestra: Dios ni se compra ni se vende, Él se regala




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