miércoles, 14 de marzo de 2012

Comentario de Antonio Aguilera al Evangelio del domingo pasado

Aunque un poco tarde por motivos obvios de ocupación, os dejamos el comentario al Evangelio de Antonio Aguilera, que seguro que os servirá para mantener el candil encendido buscando al Señor.


DOMINGO 3º DE CUARESMA

UN SURTIDOR DE AGUA QUE SALTA HASTA LA VIDA ETERNA
Éxodo 17,3-7  /  Romanos 5,1-2.5-8  /  Juan 4,5-42

Domingo del agua viva.
Comienza la segunda serie de domingos cuaresmales. Su característica es catecumenal y prepara a los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia Pascual.
    -No sólo existe un agua que sacia la sed en el desierto y evita la muerte (1ª lect).
    -Existe también un agua que da la vida eterna (Ev.).
    -La vida que nos da Dios es la justificación por la fe y la esperanza (2ª lect.).

1. Dos personas sedientas en la escena

            Acabamos de escuchar el Evangelio. Una escena preciosa del evangelio de Jn. Podemos re-mirarla despacio, re-crearnos en ella. Nos dice mucho, y nos retrata muy bien. Podemos aprender mucho.

            Hay dos personas sedientas en la escena:
a) Jesús: es media jornada; está cansado del camino por aquellas aldeas de Samaría; y se sienta junto al manantial de Jacob; pero… no tiene con qué sacar agua.
Cuando viene alguien al pozo, Jesús le dice: dame de beber.
Es la sed del cansancio, de los caminos, de las tareas que agotan…

b) La Samaritana: a quien le dice Jesús “dame de beber”, es una mujer también sedienta.
Sedienta del agua, elemento natural para vivir. A buscarla ha ido al pozo.
Sedienta de sentido de vida, de paz., de serenidad…
Sedienta de tantas cosas que ella sabe por dentro; pero que éste del brocal del pozo “desconoce”, piensa ella.

            A la petición de Jesús “dame de beber”, ella pone sus dificultades:
-Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana. Recalca las distancias.
            Cuando él le desarma el argumento -Si conocieras quién es el que te pide de beber… le pedirías tú-, ella pone otra dificultad: no tienes cubo, y el pozo es hondo.

            Pero Jesús, muy hábil pedagogo, va llevando el diálogo cada vez a más hondura; va pasando de la sed externa a la sed honda que hay en el corazón de aquella mujer.
Como decía antes: sed de sentido, sed de cariño, sed de paz, sed de fidelidad, sed de todo lo que llena verdaderamente la vida.

            Y ahí recalca Jesús: el que bebe de esta agua del pozo, vuelve a tener sed. Yo te daré el agua que calma toda sed, el agua que salta hasta la vida eterna.

            Por fin, la samaritana: Dame de esa agua.

2. Los dos han pedido “Dame de beber”

Y creo que los dos nos están retratando a nosotros. También nosotros necesitamos el agua que verdaderamente sacia. ¿Quién de nosotros se siente lleno, satisfecho, seguro?
Siendo sensatos, creo que todos nos sabemos necesitados del agua viva: todos andamos sedientos.

a) El Maestro nos retrata: Él tiene la sed producida por el cansancio, las tareas, los caminos, el trajín, el agotamiento…
¿Acaso no tenemos nosotros también muchas veces esa sed? Producida por las dificultades…

b) Y la Samaritana nos retrata: ¿Cuántas veces tenemos todos los cacharros que necesitamos y más, salidas abundantes, fiestas, cosas, barullo, ruidos… Y sin embargo vamos con la lengua fura, muertos de sed, a la zaga de lo que satisface?
¡Cuántas veces, sí, vamos deseando clama, paz, una fuente tranquila; cuántas vamos soñando lo del poema de Antonio Machado:


Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia
escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida en donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón.


3. Pues queda claro…

            Pues bien, lo que es claro es que yo tengo sed de Dios, cada uno de nosotros tenemos sed de Dios… Y Dios tiene sed de mí, Dios tiene sed de nosotros, de darse a nosotros.

            Necesitamos encontrarnos con Dios, encontrarnos con el que es la Verdad, encontrarnos con el que es la Vida. Necesitamos, de cuando en cuando, aparcar las prisas, sentarnos en el brocal del pozo y entrar en diálogo con el Señor.

Necesitamos la oración: Señor, dame de esa agua que salta hasta la vida eterna.
Andamos torturados por la sed y –como el pueblo en la primera lectura- murmuramos de Dios. Y Él nos está diciendo: Aquí estoy para escucharte, para conversar contigo, para llenar tu vida.

            ¿Cómo va nuestra oración? Al inicio, a mitad de la jornada, al cerrar el día,…
            ¿Dónde? ¿En el monte de los samaritanos o en Jerusalén? ¿En qué templo? Donde tú estés, pero “en espíritu y en verdad”, con el corazón en la mano. Dialoga con Jesús, Él está esperándote en cualquier momento, en cualquier lugar. Es un hábil conversador. Es un amigo que busca relaciones personales

            Y vivamos seguros de que, si hay oración, hay esperanza, hay nuevo estilo de afrontar las dificultades, hay buen planteamiento de vida… ¡Hay gasolina para caminar la jornada!

4. Y encontrarnos con el Señor con total confianza, con sencillez y humildad

            Nos ha dicho la 2ª lectura: el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones. Y, siendo nosotros pecadores, Él lo dio todo por nosotros. Él se entregó por completo.

5. ¡Pues vamos!

            ¡Vamos conscientes de nuestra sed, encontrémonos con el Señor!
            Con total confianza, sencillez y humildad.

            Y que en nuestra oración entren todos los hermanos, todos los hombres y, especial-mente, todos los que sufren (los más afectados por la crisis, los que mueren en Siria, los…).
            Y nuestras cuatro hermanas catecúmenas, que se acercan, con gozo, a su Bautismo.

            Oración que ahora vivimos en el altar, en la Eucaristía que nos alimenta y nos vivifica.

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