Hay muchos teólogos y doctores de la
Iglesia que han meditado y hablado sobre este precioso fragmento del Evangelio
de Juan. Podríamos analizarlo desde la Historia, la rivalidad entre judíos y
samaritanos, desde la actitud de los discípulos o de la samaritana…pero yo soy
una enamorada de Jesús, así que voy a intentar ensalzar todas las verdades que
sobre él y su mensaje se plasman en esta lectura.
El que se encuentra con Jesús ya no lo
puede olvidar nunca, y estoy segura que no sólo la samaritana se hubiera quedado
prendada.
“Todo un Dios hecho hombre”. Jesús
se nos presenta en su faceta más humana, llega a una ciudad “fatigado”. Él
también sufría,
lloraba, se cansaba, … todo un Dios hecho hombre exclusivamente
por amor. Nuestra fe nada más con esto se tendría que hacer más
fuerte.
“Presenta a un Dios
Padre”. Jesús
elige muy bien el sitio donde sentarse, junto al pozo de Jacob, en una ciudad de
Samaria llamada Sicar. ¡No es casualidad! Él nos quiere enseña que todos somos
hermanos y nos presenta a un Dios padre que no entiende de escalas sociales, de
divisiones territoriales, de rencillas religiosas,… para él todos somos sus
hijos y como tal así nos tenemos que comportar.
“Valiente hasta sus últimas
consecuencias”. Jesús, no importándole lo que le puedan decir, saltándose
incluso las normas si fuera necesario, lleva a cabo el plan de su padre con una
valentía inmensa y lo vuelve a demostrar en este pasaje.
“Delicado y dicreto”. Jesús,
aprovecha que sus discípulos han ido a comprar comida para hablar con la
samaritana. Nadie tiene por qué saber la vida irregular que llevaba esa mujer,
lo que le importa a Jesús es que al encontrarse, ella se hace pequeña, y él, al
ver esa sencillez, la salva.
“Generosidad sin
límites”. Él le pide a la samaritana un cambio en
su vida, “dar de beber a un judío”, teniendo una recompensa muchísimo mayor, “un
agua viva de la que jamás se tiene sed”. La vida eterna. “Pedid y se os dará”.
“Yo soy el mesías, el cristo, el que te habla”.
“Siempre maestro”. Jesús aprovecha
cualquier ocasión para enseñar la doctrina de su padre. A la samaritana le habla
del Espíritu Santo, cuando dice el “don de Dios” y le explica que para adorar a
Dios no hace falta un templo o un monte, se adora en Espíritu y en Verdad, y
cuando los samaritanos, guiados por la mujer, van es busca de Jesús, los pone de
ejemplo ante sus discípulos como un pueblo que, pese al desprecio de los judíos,
ya estaba dando sus frutos. De hecho, Samaria fue la primera ciudad después de
Jerusalén en la que se formó una comunidad numerosa de
cristianos.
Como dije al principio no sólo la
samaritana se hubiera quedado prendada al encontrarse con Jesús, y yo deseo
corresponderle como hizo ella con un corazón sencillo y sincero, soltando el
“cántaro” rápido para salir y contarle a los demás sus
palabras.
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