martes, 4 de junio de 2013

Evangelio del domingo 9 de junio

Del evangelio de este domingo lo que más me sorprende no es que Jesús transgreda las leyes naturales y vuelva a la vida a un ser inerte, sino la aceptación de la gente que lo veía. Hoy día si pasara eso, sencillamente no lo creeríamos, buscaríamos el truco por todas partes y acabaríamos por desecharlo. Y es que estamos tan de lleno en sociedades que no tiene a Dios en lo cotidiano que aunque lo tuviéramos delante no lo veríamos. En la sociedad de Jesús, Dios estaba tan presente, que se sorprenden, sí; pero enseguida entienden que es obra de Dios y lo creen, alabándolo.
Deberíamos estar atentos, mirar con ojos de fe, a tantos milagros y tantas actuaciones de Dios que ocurren ante nuestras narices cada día. Para que podamos alabarlo constantemente.


Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y
dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Fano nos ofrece este dibujo para la reflexión con la siguiente frase: "Al ver el dolor sintió lástima"


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